ALGUNAS REFLEXIONES Y EXPERIENCIAS
 Fuente: ALEJANDRO OLMOS GAONA
(Buenos Aires, 29 de abril de 2013)
 
Siempre resulta más fácil  recurrir al elogio desmesurado, o  a la crítica implacable, que al análisis ponderado y a  la reflexión serena y rigurosa de los hechos, sin que eso signifique estar en la verdad, sino simplemente tratar de aproximarse a ella, sin conceptos maniqueos.  Lo ocurrido recientemente en Venezuela,  es un ejemplo de ambas concepciones, donde solo se trata de aprobar o cuestionar desde ópticas diferentes, una política aplicada desde hace 14 años,, dejando de lado evidencias, datos  y manipulando audazmente cifras, sin hacer exámenes comparativos. Los opinadores de uno  u otro lado, se dedican a visiones sesgadas de lo  ocurrido durante la gestión chavista, con el único fin de justificar  posiciones políticas, dejando de lado lo que signifique intentar comprender, explicar y tener una mirada que permita aproximarse con sentido crítico a la realidad de ese país.
Debo aclarar que fui amigo de dos ex presidentes venezolanos: Luis Herrera Campins y Rafael Caldera, con quienes mantuve largas charlas sobre la situación del país. A Herrera Campins lo acompañé en muchas jornadas en sus viajes a Buenos Aires, donde hablamos de todo lo que era posible, y además despojándose de todo protocolo, tuvimos una reunión en el Comando en Jefe del Ejército, cuando el conflicto carapintada, porque le interesaba conocer la opinión de los rebeldes a través de ellos mismos, y no guiarse por las interesadas visiones políticas que solo mostraban un aspecto del conflicto. Con Caldera, quizás recorrí más la historia de Venezuela, a través de su propia experiencia política y sus vivencias internacionales. En un largo viaje a Salta donde lo acompañé pude calibrar sus notables condiciones políticas e intelectuales, pero también debilidades evidentes en sus concepciones políticas, donde su bagaje teórico muchas veces no le permitía ver más allá de su ideario democristiano. A pesar de la larga experiencia política de ambos, les costaba admitir que estaban sumergidos en un sistema político corrupto, que daba la espalda a las grandes mayorías, apoyándose en los grupos de poder  que no permitían cambios sustanciales en la estructura del país y que se enriquecieron de manera exponencial  a partir del pacto de gobernabilidad firmado en 1958 en Punto Fijo. Admiré la honestidad de ambos, la austeridad en la que vivieron siempre, la cultura; sus profundos saberes sobre   la historia del país, además del conocimiento de hombres y situaciones de las cuatro últimas décadas, y quizás por eso me costó entender las imposibilidades que tuvieron para cambiar una estructura que había convertido a Venezuela en un país sometido a las decisiones del los grupos de poder y a la siempre gravitante presencia de los Estados Unidos. Todo parecía reducirse a realizar algunos cambios, en esa alternancia con Acción Democrática (AD), sin que  nunca se afectaran los grandes privilegios, mientras continuaban atrapados por la coyuntura que ellos mismos habían contribuido a consolidar.
El advenimiento de Hugo Chávez, cambiaría radicalmente la situación del país, que se haría insostenible después del caracazo, y las medidas dispuestas por uno de los grandes corruptos del sistema partidocrático: el presidente Carlos Andrés Pérez.
El indudable carisma de Chávez, su energía ilimitada, el compromiso con los marginados de siempre, lo convirtió en figura principalísima de su país y del continente por las nuevas ideas que siempre  promovió para la integración continental y el fortalecimiento de los vínculos latinoamericanos. Desde que asumió la presidencia de Venezuela, impregnó su gestión de una impronta bolivariana para cambiar desde la raíz un sistema de gobierno que no funcionaba, dándole una nueva mística, aunque la misma tuviera mucho de ficcional. Así pregonó un socialismo del siglo XXI,  cuyo mentor el politólogo alemán Heinz Dieterich, que fuera  amigo y asesor de Chávez se encargó de demostrar que era solo una ilusión y nada tenía que ver con la realidad del país, pero es conocido como se construyen ciertos espejismos, como se apuntalan después y la forma en que una propaganda intensa los convierte en verdades absolutas.
El creciente protagonismo de Chávez se vio fortalecido por el abundante ingreso de los recursos petroleros que durante su mandato llegaron a la astronómica suma de 990.000 millones de dólares, lo que permitió destinar ingentes recursos para bajar la pobreza, mejorar la salud pública, combatir con éxito el analfabetismo, e iniciar  planes de construcción de viviendas, que en la última década alcanzaron proporciones importantes. Tratando de ocuparse de todos y de todo, creó una estructura burocrática enorme, con ministerios prescindibles, donde se alojaron funcionarios, que compartían la mística del Presidente, pero también otros a los que solo les interesaba el negocio del poder e iban a comenzar el mismo camino de aquellos a quienes habían desalojado del gobierno, y se habían enriquecido a costa de los bienes públicos.
Existen hechos significativos de su gobierno que no pueden desconocerse, y que de alguna forma son inéditos en la historia de Venezuela en el último siglo:
La tasa de pobreza se redujo del 43.9% en  1998, al 27.8% en el 2011 y la de indigencia en las mismas fechas del 17.1% al 7.3%.
Respecto a las desigualdades, aunque Uruguay lo supera por un insignificante porcentual, Venezuela es el país menos desigual de America, logrado a través de las políticas implementadas por Chávez, apenas asumiera el gobierno. Su coeficiente de Gini es 0,3902, cuando en 1998 era de 0,4865, lo que significó una disminución importante.
Hubo una disminución importante de la mortalidad infantil y un aumento de la esperanza de vida, por  lo menos hasta el año 2009, de donde son los últimos datos disponibles, y la tasa de desempleo bajó del 16.6% en 1998, al  7,9% en el 2010, aunque ha vuelto a subir.
Un sistema de salud más eficiente, y políticas públicas donde se acentuaba la prevención contribuyó a que la esperanza de vida creciera, sumada a nuevas concepciones de lo que debía ser la soberanía alimentaria del pueblo.
En el sector educativo, también se consiguieron logros importantes ya que la tasa de alfabetización primaria que era del 90% en el 2001, pasó al 94% en el 2011. En el sector de la educación secundaria pasó del 53.6% al 73.3% y lo más notable, fue el crecimiento de la población universitaria que pasó de 900.000 en el año 2000, a 2.4 millones en el 2010.
Chávez pudo hacer, lo que ninguno de sus predecesores, había logrado en décadas de gobiernos supuestamente democráticos. El aumento de los precios del petróleo y un volumen de ingresos que no tuvo nunca en toda su historia independiente le permitieron  enfrentar esos desafíos, pero también mostrar una vulnerabilidad creciente, al crear una sostenible dependencia de los Estados Unidos por la venta de hidrocarburos, y no haber planificado un modelo de desarrollo, no sustentado solamente en los ingresos petroleros.
¿Cuál es la realidad actual, que las políticas de Chávez no pudieron revertir, y que muestran cuanto de ficcional hay en hablar de “revolución”? Van algunos datos objetivos, que debo aclarar, están tomados de las propias instituciones del gobierno (Banco Central, Ministerio de Finanzas) e informes de la CEPAL, basados en estadísticas y datos suministrados por el gobierno bolivariano.
Casi el 80% de lo que se consume en Venezuela es importado. El efectuar confiscaciones arbitrarias y carentes de sentido han permitido que la producción de 600 fincas, con dos millones de hectáreas de tierras fértiles, se haya cancelado, porque el gobierno no sabe cómo gestionarlas, no tiene planes, lo que me fue confirmado por un importante funcionario del gobiernos dos meses atrás.
Ha aumentado la escasez de divisas, debido a una disminución de las exportaciones petroleras y a  la paradoja de tener que importar combustible refinado de los Estados Unidos, que en el año 2012 fue de 1,628 millones de barriles, y el último mes supero los 100.000 barriles, lo que significa una dependencia estructural, en cuanto a ese material que necesita.
La tasa de inflación es una de las más altas del mundo, y aunque el gobierno trata de disimularla, como lo hace el oficialismo en nuestro país, en el 2011 fue de más del 26%, en el 2012 la tasa es mayor, y todo en base a aproximaciones porque los números que surgen de estadísticas confiables están vedados lo que muestra otra de las debilidades del gobierno. Sobre este punto es más que elemental reconocer que los índices inflacionarios a quienes más golpean son a los pobres, que no tienen capacidad de ahorro ni acumulación, y ven como sus ingresos se van devaluando mes a mes sin poder hacer nada. Los ricos y los que manejan los grandes conglomerados empresarios, que aumentan a su voluntad los precios, siempre se encuentran a cubierto de estos fenómenos, porque a su diversificación empresaria, suman alianzas con grupos financieros, monopolios y empresas extranjeras.
El índice de violencia en Venezuela es uno de los más altos del mundo y el mayor de América. El año 2011 fue el peor de toda la historia del país con 15.360 homicidios, seguido lejos por Guatemala, Honduras, El Salvador. En la Argentina a pesar de los últimos años de violencia e inseguridad, se han producido 5 casos cada 100.000 habitantes, lo que muestra el completo fracaso de una política de seguridad, que revirtiera una situación que se fue haciendo explosiva con el correr de los años, y con la que no pudieron ninguno de los funcionarios encargados de solucionarla.
Es más que evidente la existencia de una dependencia estructural de Venezuela respecto de  los Estados Unidos que está dada porque el 94% de sus ingresos proviene de ventas a ese país, a lo que hay que sumar la existencia en el mismo de 12.000 gasolineras venezolanas, que suministran recursos por lo cual, a pesar de los discursos antiimperialistas el estrecho comercio es una realidad absolutamente indesmentible.
El sistema financiero de Venezuela ha obtenido ganancias desmesuradas en los últimos años, y el BBVA, el Santander, el Mercantil y el Citibank, tuvieron una rentabilidad el último año del 91%, estando el país 3° en el ranking de Latinoamérica donde  se obtienen las mayores ganancias financieras. Debo aclarar, que esos grupos financieros tienen la mayoría accionaria de los bancos: Provincial, Banco de Venezuela y Mercantil, los tres primeros del país en rentabilidad. Esto es otro de los grandes problemas que no pudo resolver Chávez, porque el sistema financiero no estuvo ni  está al servicio del desarrollo del país, sino en transferir sus ganancias al exterior y seguir usufructuando de la riqueza de los venezolanos, sin que sus capitales estén destinados a la inversión productiva. Este problema condicionó de tal modo los planes de desarrollo del gobierno que ha llevado a que los mismos se financien con endeudamiento externo, porque los fondos que provienen del petróleo no alcanzan, ya que además de estar pésimamente administrados, muestran una volatilización, que debería ser objeto de una auditoría para poder determinar un destino que en muchos casos parece incierto.  Un ejemplo de lo que digo lo constituyen los Planes Gran Agro y Plan Trabajo, financiados con la emisión de bonos soberanos, que el año pasado excedieron los 8.000 millones de dólares.
A los efectos de demostrar la diferencia existente entre los “discursos revolucionarios” y la realidad de una  dependencia de los mercados financieros tradicionales, cabe mostrar cuales son algunas de sus características:
a)     han sido emitidos en dólares a tasas que llegan casi al 13%,
b)      están sometidos a la legislación de Gran Bretaña y Estados Unidos,
c)     Se pactó la jurisdicción de los tribunales de Londres y Nueva York, y renunciado a oponer la defensa de inmunidad soberana, de la misma forma de los que se emitieron en la Argentina durante la década del 90, y ha emitido el gobierno argentino en los últimos canjes.
d)      Venezuela ha designado como operadores de tales colocaciones de bonos soberanos, al Credit Suisse, al Citibank, al Deutsche Bank, Al Credit Suisse First Boston y al Chase Manhattan Bank, y todo esto autorizado por las distintas leyes especiales de endeudamiento suscriptas por el Presidente Chávez.
 
Un párrafo especial merece la deuda pública del país, que era de 40.000 millones de dólares en el año 1999 y ha pasado a más de 110.000 millones en el último año, sin contar otras obligaciones exigibles. Las reservas internacionales, apenas llegan a 26.349 millones de dólares, habiendo caído más del 11% en el último año. Lo paradojal de esta situación, es que con un barril de petróleo a 9 dólares  cuando asumió Chávez, que aumentó a más de 100 el país se haya endeudado exponencialmente y lo siga haciendo, lo que pasó análogamente en Ecuador,  que cuando los ingresos petroleros comenzaron a aumentar, el país comenzó a endeudarse agresivamente durante los últimos años de la década del 70.
La deuda financiera de PDVSA (la empresa estatal de petróleos),  de 15.478 millones de dólares en el año 2008 ha trepado a 40.026 millones en el último año, mientras que la deuda total de la empresa que era de 60.319 millones de dólares en el año 2008, ahora es de 108.271 millones de dólares, con un patrimonio que solo creció 2300 millones en cuatro años.
Haciendo algunas comparaciones, habría que analizar las razones por las cuales, con muchísimos menos recursos, el índice de pobreza haya disminuido mucho más en los últimos cuatro años en Perú, Ecuador, Chile y  Colombia que en Venezuela, y también el índice de indigencia. En Perú, tomando los mismos años, la pobreza se redujo del 49% al 27%  y en Chile del 21% pasó al 11% según las cifras de la CEPAL. También cabria tener en cuenta porqué la mortalidad infantil si bien disminuyó considerablemente en Venezuela, fue mayor su declinación en Perú, pudiendo mostrar cifras parecidas respecto a la matriculación primaria, que en Perú fue superior, con ingresos infinitamente menores.
Como muchas veces el discurso ideológista no hace ver las realidades estructurales, y la figura del Presidente Chávez despierta odios viscerales y encendidas apologías, es difícil realizar un análisis serio y desapasionado, sin ser objeto de lapidaciones de uno u otro lado. Empero más allá de las desmesuras  que siempre surgen de las críticas y los elogios, creo que para ver cómo funcionó la economía, resulta importante indagar en:
a)          el porqué del importante endeudamiento,
b)          las colosales ganancias de los bancos extranjeros,
c)           el sostenimiento de una  estrecha relación comercial con Estados Unidos, contrapuesta al enfrentamiento político, que es lo que generalmente se publicita.
d)          Las deficiencias en la gestión de PDVSA, que resulta ser una de las principales sostenedoras de un sistema económico fracasado  que plantea un panorama extremadamente difícil para el futuro del pueblo venezolano.
Deliberadamente he mostrado solo algunas cifras oficiales, para que se trate de comprender la distancia que existe entre la mitificación de un proceso y  variables que no le son ajenas y ponen en evidencia dificultades que no se pueden soslayar, debiendo agregar la falta de una estructura organizativa eficiente, para hacer cambios revolucionarios, no desde el slogan, y si utilizando las enormes potencialidades del  país,
En estas breves páginas no hice ninguna referencia a  las políticas autoritarias, ni al clientelismo –que existió en grado sumo- porque no hace al objeto de estas reflexiones, sino de la imposibilidad de Chávez de llevar adelante un cambio económico estructural, que permitiera que la situación del país hoy fuera distinta. Puedo suponer que hizo todo lo que estuvo a su alcance, y debió enfrentarse con las lacras de una partidocracia, que más allá del palabrerío democrático habitual, solo le interesaba volver al poder, para seguir usufructuando de sus privilegios corporativos.  También fortalecieron las imposibilidades de un cambio profundo los burócratas de su propio entorno,  a los que nunca les interesó ir más allá de algunas modificaciones que no afectaran determinadas estructuras, porque eran funcionales a sus intereses, y naturalmente no puede dejarse de lado considerar la influencia del  aparataje económico de los  Estados Unidos, que lo tenía comercialmente cautivo y negociaba con Chávez porque no tenía alternativas, pero instrumentaba pacientemente todo tipo de maniobras para destruirlo, y volver a la vieja situación de dependencia, que había comenzado a revertirse desde que él asumiera la presidencia.
Conocí bastante bien la  impresionante estructura burocrática del chavismo,  a la que Chávez no se supo imponer, y me consta que en algunos casos su voluntad fue burlada, por las presiones y la decisión de aquellos que suponían que más allá de los enfrentamientos verbales, no se podía afectar al poder financiero, por las consecuencias que ello podría acarrear. Respecto a  realizar una auditoría sobre la deuda venezolana (la recibida por Chávez, que se había visto obligado a refinanciar),  me consta que fue su voluntad investigarla hasta sus últimas consecuencias. Digo esto porque en la Reunión Extraordinaria del Alba, del 26 de  noviembre del año 2008, a la que asistí acompañando al presidente del Ecuador Rafael Correa, cuando este expuso los resultados de la Auditoría, e hizo mención a mi estrecha colaboración en la misma, el presidente Chávez me saludó muy efusivamente y dijo ante todos los presidentes reunidos allí que Venezuela iba a seguir el ejemplo del Ecuador, auditando sus obligaciones externas, dándole instrucciones en ese mismo momento a su ministro de Finanzas Alí Rodríguez Araque, para que se instrumentara de inmediato ese proceso, que nunca se llegó a realizar. Ese día conversé con el ministro Rodríguez y no lo vi muy convencido. Lo ocurrido después me demostró, que una cosa era la voluntad de Chávez, y otra muy distinta lo que después hacían sus ministros o lo que le sugerían que debía hacerse, y si bien esto puede resultar anecdótico, es un hecho puntual, sobre un problema concreto de enorme significación económica que está documentado.
Me parece que la complicada situación económica, fue entre otros, uno de los factores determinantes, de que cada vez más crecieran en el pueblo, o en las clases medias, aquellos que veían que a pesar de muchas mejoras, no se solucionaban problemas que afectaban grandemente la cotidianeidad como el desabastecimiento, la violencia, la inflación. A esto se sumaron las campañas de los grandes medios para acentuar las dificultades, permitiendo que un sujeto como Capriles llegara a posicionarse como el gran referente de una praxis política distinta. A través de un discurso ficcional, armado para convencer sobre las bondades de un cambio que solo él podía llevar adelante,  Capriles juntó a los restos de los tradicionales partidos, con otros de  minoritaria extracción y un variopinto conglomerado de opositores, creando una propuesta, supuestamente superadora, pero que en realidad encubría la realidad de volver a las viejas estructuras, a someter al pueblo venezolano a las decisiones elaboradas en gabinetes elitistas, efectuando una regresión al sistema político que permitió el saqueo de los recursos, el control de las riquezas por los grupos de poder que se alternaron en el gobierno desde Punto Fijo, que se mantuvo durante décadas, y que los hoy llamados “demócratas” (medios audiovisuales y gráficos, COPEI, AD, cámaras empresarias) nunca cuestionaron.
Capriles no es la “nada” como  sostienen muchos chavistas  que cuestionan las precariedades que pueden observarse en él a cada paso, o un personaje maquiavélico que maneja los hilos de una conspiración para terminar con todo lo que se logró en más de una década. Capriles es apenas la máscara exterior de concentrados grupos de poder, al que se han unido algunos ingenuos de buena fe, otros desencantados del proceso bolivariano, clases medias, muchos carenciados que no accedieron a mínimos estándares de dignidad, en una simbiosis integradora, donde solo se observa el palabrerío democrático, que en este como en muchos otros casos de la historia de Latinoamérica, encubre las más peligrosas intenciones para la soberanía de los pueblos.
Venezuela está en una encrucijada, que debe resolver en medio de las dificultades de una sociedad partida en dos.  De un lado los que sostienen las banderas de Chávez, que con contradicciones y precariedades cambió la imagen del país y se dio a la tarea de hacer lo que pudo, beneficiando a los que menos tenían, del otro,  un pueblo con dificultades, que le cuesta resistir carencias; una clase media que solo se pronuncia cuando se afecta su modo de vida, pero que también ve que sus ingresos se diluyen, y los que conducen esa mitad, que son los que planifican, los ideólogos, los que representan el “poder” que perdieron y necesitan recuperar.
No hay que confundirse en el análisis y reiterar ese palabrerío insustancial de hablar de “fascistas” “oligarcas” “traidores” “enemigos del pueblo”, porque hacerlo es entrar en una caracterización superficial, precaria e injusta de lo que representan el 49% de los que votaron contra Maduro. Hay que separar a aquellos que dirigen a esa oposición, canalizan sus descontentos y la utilizan en su propio beneficio y el de sus intereses, de los que no tienen porque  apoyar políticas que sienten que los están perjudicando y perciben la realidad de una conducción económica deficiente, cuyas consecuencias deben afrontar.
En esta encrucijada difícil, donde las descalificaciones mutuas no sirven para nada, el desafío para las actuales autoridades, es consolidar todo aquello que significó la recuperación y  preservación de patrimonio público, los distintos planes que sirvieron para casi terminar con el analfabetismo,  incentivaron el ingreso universitario y el acceso de los más pobres a condiciones que no tenían hasta que llegó Chávez.
Urge cambiar de raíz una política económica, que se ha manejado hasta ahora a través de planes de mera coyuntura, sin planificaciones a largo plazo, y basando todas las posibilidades del país en la extracción de hidrocarburos, porque es un recurso que no va a durar indefinidamente.  Si no hay una diversificación de la economía hacia planes de desarrollo que contemplen otras posibilidades, continuará la dependencia energética con Estados Unidos, seguirá afianzándose el sistema financiero, con sus ganancias exponenciales e ilimitadas, y el futuro de lo que pudo ser una revolución y no lo fue estará comprometido para siempre. Esta no es la hora de los discursos efectistas y superficiales a los que es tan afecto Nicolás Maduro, cuyo tiempo parece perderse en combatir a los enemigos de la autotitulada “revolución bolivariana”, sino en recoger ideas que Chávez sostuvo pero no pudo implementar, desterrar a esa casta de inservibles burócratas, encaramados en las entrañas del poder, que no ven más allá de sus propios intereses, tomar conciencia de la extremadamente grave situación económica, que no coincide en absoluto con los análisis complacientes de los adictos al chavismo, y la imperiosa necesidad de manejar con rigurosidad una coyuntura complicada,  teniendo en cuenta que solo planificando a largo plazo y con una matriz económica distinta, Venezuela podrá aspirar a superar los desafíos del presente.
Buenos Aires, 29 de abril de 2013
 
ALEJANDRO OLMOS GAONA